Amb la Llei del notariat de 28/05/1862 s'exigeix que s'utilitzi la llengua castellana a les escriptures públiques. Fins a aquell moment s'havia actuat en aquest camp dificultant l'ensenyança de la llengua catalana als notaris. Emperò l'ús de la llengua en aquests instruments s'havia mantingut per tradició i com més lluny de les ciutats més.

Transcripció de l'article 25: "Los instrumentos públicos se redactarán en lengua castellana, y se escribirán con letra clara, sin abreviaturas y sin blancos.
Tampoco podrán usarse en ellos guarismos en la expresión de fechas ó cantidades.
Los notarios darán fe de haber leidos á las partes y á los testigos instrumentales la escritura íntegra o de haberles permitido que la lean, a su elección, ántes de que la firmen y á los de conocimiento lo que á ellos se refiera, y de haber advertido á unos y á otros que tienen el derecho de leerla por sí."